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martes, 29 de junio de 2010

La Alcazaba II.-Almeria

Alcazaba de Almería

La ciudad de Almería (en la comunidad autónoma de Andalucía, España) fue fundada en el siglo X por el rey Hakim como atalaya defensiva de la ciudad prominente en ese momento, Pechina (de ahí el nombre en árabe Al-Mariyya Bayāna المرية بيانة). La ciudad tenía un castillo fortaleza o alcazaba y una muralla que rodeaba toda la medina y los arrabales.

La alcazaba

Edificación de defensa ubicada dentro de la ciudad de Almería, exactamente en el barrio Pescadería. Una alcazaba es una ciudadela construida en varios niveles que suele ocupar toda una elevación de terreno. Tiene muros con torres de defensa, calles, casas y mezquita.
En el año 955 Abderramán III concede a Almería la categoría de medina. Es en ese momento cuando se comienza a construir la alcazaba. Se construye también la mezquita mayor y las murallas que rodean la ciudad. La alcazaba fue una fortaleza militar y al mismo tiempo sede del gobierno. Desde este lugar se domina la ciudad y el mar.
Se perfeccionó todo el conjunto y se engrandeció con Almanzor y más tarde alcanzó su máximo esplendor con Al-Jairán, primer rey independiente taifa (1012-1028).
La Alcazaba es uno de los conjuntos monumentales y arqueológicos musulmanes más importantes de la Península Ibérica. Sus casi mil años de historia nos ha permitido conocer la evolución experimentada en la arquitectura civil y militar durante la dominación musulmana en Andalucía, así como el origen y evolución de la ciudad.
Situada en un cerro aislado, es una sólida y extensa fortaleza con murallas de más de tres metros de anchura y cinco de altura, formando un recinto cerrado sobre sí mismo, pero conectado con lienzos de muralla que configuran y dan sentido a su propio desarrollo, dentro de una unidad más compleja, como es la fortificación de la ciudad, en el que el lienzo de la Hoya y San Cristóbal mantiene una conexión directa con la Alcazaba, tanto física como visual, creando un conjunto de extraordinaria magnitud.
Por lo que respecta a su entorno, hay que señalar que el espacio protegido no ha sido invadido por el desarrollo urbano, lo que ha permitido la conservación de estructuras y la obtención de datos importantísimos para el conocimiento de los primeros asentamientos de la ciudad.

Primer recinto

ALMANZOR.

Es un amplio lugar que corresponde a lo que fue campamento militar y refugio para la población en caso de asedio. Contaba con buenos aljibes. En el extremo más oriental está el Baluarte del Saliente.
El Muro de la Vela separa el primer recinto del segundo. Se llama así porque allí se levantaba la campana de la vela, que anunciaba varios eventos cuando tenían lugar: barcos que entraban en la bahía, peligro, fuego, etc. Fue mandado construir por el rey  Carlos III. La campana reunía con su toque a los defensores de la fortaleza. En otras épocas sirvió para marcar la hora del agua a los regantes, como toque de queda y como cierre de las puertas de las murallas y salida de las patrullas. También se la oía en las noches de tormenta. Está cobijada por una cruz y tiene un nombre: Santa María de los Dolores. (Todas las campanas tienen un nombre propio).
 

Segundo recinto

Era la residencia para gobernantes, guardia y servidores. En realidad era la ciudad palaciega con dependencias como mezquita, baños, aljibes, tiendas, etc. Debido a los terremotos que asolaron la provincia en la Edad Moderna apenas quedan algunos restos en pie pero ofrece un gran yacimiento arqueológico el cual es aún hoy investigado

Tercer recinto

Se trata de la parte más moderna de todo el conjunto. Tras la toma de Almería en 1489, los Reyes Católicos mandaron construir un castillo en la parte más occidental y elevada, adaptado a las nuevas necesidades militares y a la artillería.

viernes, 18 de junio de 2010

Abla.-Almeria

 ABLA.
Las huellas históricas de esta localidad nos aportan un gran cúmulo de información, en especial la referente a la sublevación morisca de las Alpujarras. El crecimiento de época cristiana lo generó el aumento de población: de 200 vecinos en el siglo XVI, como recogen los documentos de pleitos sobre aguas y el Libro de Apeo, lo que se puede estimar en unos 900 habitantes, Abla pasó a unos 1.600 a mediados del siglo XVIII
Paralelo al aumento ganadero y de superficie agrícola, crece, según Tapia, de 209 a 316 casas, más las nuevas cortijadas y los casi 150 cortijos recogidos por el Catastro de Ensenada en todo el término. Mediado el siglo XIX, 1860, son 496 casas, y 2.421 habitantes en el actual término. El Nomenclátor de 1930 cifra 2.566 pobladores, pero sólo el 68,5 por 100 residen en el núcleo, en 470 viviendas. Tras la Guerra Civil, la población se mantuvo, y después descendió. La oleada de emigrantes que fijaron su meta en las capitales provinciales sacudió también a Abla. La diáspora de los años 60 y 70, nutrida de personas en edad de trabajar, dejó 1.571 habitantes en 1981, al tiempo que el núcleo absorbió el 95 por 100 de la población municipal.
Un pueblo con más casas y menos residentes fijos, con alta proporción de ancianos, mucho campo abandonado, de secano y regadío. Pero aumentaron los servicios nuevos y se consolidaron los antiguos. Los datos de 1991 dan un total de 1.581 habitantes (95 por 100 en el núcleo); la recuperación leve contrasta con el aumento de viviendas más violento jamás conocido (157 más que en 1981, llegando a 680). Situación camuflada por el intenso movimiento de ida y vuelta de propios y ajenos, que lleva a plétoras periódicas cortas con la presencia de los urbanitas. Efectivamente, la última expansión ha cambiado la faz del pueblo por su entrada. Se realiza en la carretera principal y en sus cruces con los caminos a ambas sierras: el de Caniles, con almacenes, piscinas y viviendas de diversa tipología (el factor hidráulico parece haber actuado sobre la localización desde siempre), y el de Tices, nuevo centro en la oferta de servicios, especialmente al viajero, algunos de fama y reputación merecida, con edificios que ponen cerco al túmulo romano que aquí llaman la Ermita de los Moros.
Se reanudan las consecuencias de ser una encrucijada de la que parten y llegan caminos y viajeros. Con ellos llegaron las innovaciones en el campo y en el pueblo. Y se sumó al paisaje de la Plaza Mayor, resumen de la Abla que se desvanece, la imagen del área de La Carretera, donde está la Abla nueva.
La cuestión de fondo está en la antigua ciudad de ABVLA, origen de donde procede el gentilicio “abulense”, cuya confusión en su localización geográfica ha originado que a la ciudad castellana de Ávila se le haya atribuido el antecedente de esta histórica ciudad y por consiguiente su gentilicio. Para resolver la cuestión planteada, resulta de especial importancia identificar la ciudad de Abula, mencionada por el célebre geógrafo Ptolomeo (s. II) en su obra Geographia (II 6, 60), que la localiza en la “regio” ibérica de Bastetania. También aparece mencionada históricamente como una de las primeras ciudades hispanas cristianizadas en el siglo I, según la tradición cristiana de “Los Siete Varones Apostólicos”, cuyo evangelizador S. Segundo estableció en la misma su sede episcopal.
Los historiadores modernos han revisado la geografía ptolomeica de la península ibérica, identificando la ciudad de Obila situada en la región central de los vettones con Ávila, mientas que Abula la localizan en la región sureste de Bastetania, juntamente con la ciudad de Acci (Guadix), que geográficamente está próxima a Abla. Establecida la identidad histórica de Abula y Abla, surge la cuestión de la atribución del gentilicio “abulenses”. Actualmente existen varias ciudades y poblaciones que comparten un gentilicio común, podemos citar a título de ejemplo: Huesca, Huéscar (Granada) y Adahuesca (Huesca), cuyos habitantes se denominan comúnmente “oscenses”. También sucede con los procedentes de Galilea (La Rioja) y Pozo Estrecho (Murcia), que se denominan igualmente “galileos”. Por razones anteriormente aludidas, el gentilicio “abulense” aparece actualmente compartido tanto por los naturales de Ávila como por los de Abla (Almería).

En conclusión, el gentilicio que legítimamente corresponde a la población almeriense de Abla, amparado en la fundamentación histórica señalada, es de “abulenses”. Para evitar el confusionismo de procedencia que pudiera inducir el gentilicio, hay que indicar el nombre de la población que permita su distinción. De este modo, lo mismo que coexisten los oscenses de Huesca y Huéscar, en igual situación se encuentran los abulenses de Ávila y Abla (Almería).

domingo, 6 de junio de 2010

Berja.-Almeria

El municipio de Berja está ubicado al Suroeste de la provincia de Almería, dista 14 Kilómetros de la Carretera Nacional 340, a 51 Km. de Almería y a 146 de Granada. La superficie del término municipal es de 219,5 Km2 (tras la incorporación de Benínar), y su población es de 15.003 habitantes.

Berja, de posible fundación ibérica o fenicia, es,sin duda, la Vergis de la Bética romana. Muchos son los testimonios de la dominación romana conservados en Berja , sobresaliendo las ruinas de Villa-Vieja; restos de una anfiteatro y de un acueducto; y pavimentos de mosaicos de igual factura que los encontramos en las ciudades de Pompeya y Herculano.
Con la llegada de San Tesifón (siglo I) comienza la época paleocristiana de Berja. De entonces nos han llegado monedas, cruces y, sobre todo, un soberbio sarcófago encontrado en la barriada de Alcaudique, único en su género, que fue cedido al Museo Arqueológico Nacional, donde aún se puede admirar, existiendo una reproducción del mismo en el Museo de Almería.
Desde el paraje de Villa-Vieja, los antiguos pobladores se fueron extendiendo por la vega, después que un terremoto destruyese la antigua ciudad en el siglo V. Uno de estos núcleos de población, el deBerja, fue el que prevaleció y vino a dar nombre definitivo a la Villa de Berja.
Tras ser conquistada Berja por los árabes, éstos construyeron una Alcazaba aprovechando el antiguo recinto amurallado de los romanos, y se convirtió en la <> musulmana, siendo una de las 12 <> en que los árabes dividieron la Alpujarra. De esta etapa se conservan unos baños en una finca particular del barrio de Benejí. Tomada por los Cristinanos en el año 1.489 al mismo tiempo que la reconquista del Reino de Granada, fue cedida por los Reyes Católicos al Rey Boabdil el Chico, quien al poco tiempo antes de marcharse definitivamente para Africa, la vendió junto a otros lugares y tierras del Andarax al rey Fernando el Católico.


La llegada de los nuevos pobladores cristianos y el roce con los moriscos crearon una dificil situación, al no cumplirse las Capitulaciones pactadas, culminando con la rebelión de los moriscos en las Navidades de 1.568, y costando a la ciudad abundantes pérdidas de vidas humanas. Una vez sofocada la sublevación,Berja quedó prácticamente despoblada, salvo algunos destacamentos militares, siendo repoblada por el comisario Gaspar de Avila con unos 200 vecinos de en los cinco lugares o pagos que comprendía entonces la ciudad: Capileria, Pago, Julbina, Benejí y Alcaudique.

Durante los años siguientes, Berja perteneció en el terreno administrativo a la Alcaldía Mayor de Ujigar, hasta que por Real Orden de 29 e Octubre de 1753 fue ascendida a Alcaldía Mayor, formando parte del Partido de Las alpujarras, dentro del antiguo Reino de Granada. El ida 25de agosto de 1804 un terremoto destruyó gran parte de la ciudad virgitana (ayuntamiento, iglesias, ermitas, casas particulares, etc.), originando más de 60 víctimas.
En el año 1833, el motrileño afrancesado Francisco Javier de Burgos dividió España en provincias y a la comarca de La Alpujarra en dos zonas: una que quedó en la provincia de Granada, y otra que pasó a formar parte de la moderna provincia de Almería, disputándose la ciudad de Berja el privilegio de ser capital de la provincia recién creada, junto con Baza y la propia ciudad e Almería.
Finalmente, en la segunda mitad del siglo XIX cambió la fisionomía de la ciudad, y al amparo de la revolución industrial comenzó de manera intensiva la explotación de las minas de plomo de la Sierra de Gádor, iniciándose una etapa de gran esplendor para Berja, que llegó a reunir en el año 1839 la cantidad de 20.000 mineros y 10.000 jornaleros.

Los manantiales y el anárquico hábitat poblacional llamaron la atención del insigne Manuel Gómez-Moreno, quien destacó la proverbial coincidencia de una fuente y un barrio, explicando de esta forma tan sencilla la excepcional dispersión de Berja: allí donde había agua, y la tierra era propicia, el hombre tomaba asiento. El agua es, pues, la verdadera e inequívoca seña de identidad de esta localidad, expresión genuina de su cultura y embajadora excepcional de sus encantos. Desde los poetas árabes (Ben Charaf, Ibn Aljatib...), hasta los viajeros románticos del siglo XIX (Richard Ford, Pedro Antonio de Alarcón...) no hay escrito sobre la población de Berja, que no haga referencia obligada a contar de sus aguas. Será, pues, el discurrir de las aguas, el guión que seguiremos para conocer este municipio.
Berja, en su origen lo constituyeron tres alquerías musulmanas: Pago (actuales barrios de Pago, Cerrillo de Pago y Pozo de Pago); El Zoco (antiguo mercado musulmán con la mezquita de Alcadim. Hoy plaza de la Constitución); Julbina, la antigua Sulbius romana (actual Carrera de Granada, calle Umbría y barrio de los Gutiérrez). Estos tres núcleos se repoblaron en el siglo XVI u constituyeron la base de lo que hoy conocemos como Berja. Casi de inmediato se trazó el eje primordial urbano a través de la emblemática calle Agua, bajo la cual se alzaron nuevas casas que abrieron el resto de las calles. Destaca por su calidad Barroca la casa solariega de los Zapata-Pimentel, muy cerca de la Fuente de Toro, obra del siglo XVIII.
Tras el terremoto de 1804, Berja se remodeló arquitectónica y urbanísticamente hablando, en especial con la apertura de la Avenida Manuel Salieron y la plaza porticada del mercado, sin duda alguna una de las mejores plazas de la provincia. De esta época son los magníficos edificios: la casa del molino del perrillo; el edificio del Ayuntamiento; La Parroquia de la Anunciación, así como la magnifica fuente ornamental de la plaza.


Un barrio singular de Berja es Los Cerrillos (la antigua Capileyra morisca), populoso barrio donde se sitúan las tres fuentes más copiosas del termino: Oro, Almez y La Higuera. Está constituido por diversos barrios y tres áreas de cortijos muy interesantes: Sotoman (antigua Sotramano musulmana), con la fuente de su nombre; Ylar, amplio valle que se adentra en la Sierra de Gádor y Pisnela, antiguo despoblado morisco de montaña con su propia fuente, en el que se erige el santuario de Nuestra Santisima Virgen de Gádor, patrona de Berja (imagen con culto desde 1589), la traza de la ermita es decimonónica, aunque conserva un magnifico camarín-torre del siglo XVIII.
Otros barrios singulares de Berja son el Cerro de San Roque, con su pequeño barrio de la Calerilla y Buenos Aires, este último junto a una antigua fábrica de fundición de plomo.
Ver video de Berja,en videos.