Historia
Se construye a instancias de su promotor, Fray Diego Fernández de Villalán, obispo de la ciudad, tras el terremoto de 1522 que destruye la anterior catedral erigida en la antigua Mezquita Mayor desde 1486 mediante bula concedida por el Papa Inocencio VIII donde hoy se encuentra la actual Iglesia de San Juan.
La nueva catedral es presumiblemente proyectada por Diego de Siloé, en estilo gótico tardío, con un diseño a modo de fortaleza que sirva como defensa contra los ataques de los piratas y los moriscos sublevados, siendo así dotada de almenas, torreones, contrafuertes, así como de muros de menor altura, para soportar mejor impactos de artillería, y una cubierta plana sobre la que pudieran montarse cañones. El templo representa el mejor ejemplo que nos ha quedado de Iglesia-fortaleza y presenta interesantes elementos renacentistas introducidos en la construcción por Juan de Orea, y se pone al culto en 1551 con la Capilla Mayor, girola y crucero terminados, si bien las obras completas no quedarían acabadas hasta finales del siglo XVIII.
Los elementos artísticos más relevantes de esta catedral se deben al arquitecto y entallador Juan de Orea, contratado por el obispo Villalán en 1555, y que interviene hasta el año 1572 en algunas de las piezas más relevantes del edificio, como son su Sacristía y las dos grandes portadas exteriores del templo, donde desarrolla la mejor arquitectura renacentista de la ciudad.
En el interior destacan la Sacristía, inspirada en la de la catedral de Sigüenza y dotada con una brillante decoración, con notables medallones y entablamentos que apoyan en columnas estriadas con bastones que recuerdan a la obra de Siloé.
También obra de Orea son la bella bóveda de tracería estrellada sobre el crucero, y la sillería del Coro, realizada en madera de nogal entre los años 1558 y 1561.
De especial importancia es su portada principal, correspondiente a la fachada norte del crucero y levantada en 1567. Diseñada a modo de arco triunfal y con un mensaje triunfalista en lo religioso y en lo político a través de un cuidado diseño y un variado repertorio iconográfico, se trata como el centro de atención visual de una fachada especialmente sobria y de marcado carácter militar.
Durante el Barroco, las actuaciones irán principalmente dirigidas al refuerzo del armamento defensivo del templo. La mayor, en 1620, ante una oleada de ataques de piratas argelinos, en la que se dotará al templo de nuevo armamento, mosquetes y arcabuces. En 1625 y 1635, volverán a organizarse compras de armas y renovación del material defensivo de la torre, ante nuevas situaciones de tensión. Sin embargo, éstas no llegarán a completarse, debido al relajamiento de la situación.
Ya en el Neoclásico se incluyen el actual altar y el tabernáculo, cuyo diseño correrá a manos de Ventura Rodríguez. El Claustro, construido según proyecto de Juan Antonio Munar, se termina ya a finales del siglo XVIII, en 1795, y representa un bello ejemplo de la arquitectura neoclásica.
Bien de Interés Cultural, la catedral de Almería está catalogada con categoría de monumento, y así aparece publicado en La Gaceta de Madrid en el año 1931.
Estructura
El templo está formado por tres naves de la misma altura, tres capillas, situadas en la cabecera y girola, conformando una planta de forma rectangular. En el transepto, sobre el crucero, se sitúa la linterna renacentista, obra de Juan de Orea, autor también de la sacristía y del patio de armas, convertido a claustro en el siglo XVIII. El templo cuenta con una robusta torre-campanario concebida como Torre del homenaje de la Iglesia-fortaleza, que fue acabada en el año 1613.
Es característico el llamado Sol de Portocarrero, que con el tiempo se ha convertido en símbolo de la ciudad. Se trata de un bajorrelieve situado en la fachada oriental y que representa un radiante sol con cara humana bordonado de cintas. Su nombre se debe al Obispo Portocarrero, que no obstante ejerció su mandato mucho después de la creación del bajorrelieve.
Interior
La capilla mayor del templo mantiene el retablo de estilo barroco y la estructura gótica, sin embargo fue objeto de remodelación a cargo de Ventura Rodríguez en el siglo XVIII. De ese periodo son el ya citado tabernáculo, obra de Eugenio Valdés de 1773, el Trascoro, construido a partir de 1772 según trazas de V. Rodríguez, y los púlpitos. Tras ésta se sitúa otra capilla dedicada al Santo Cristo en la cual se encuentra el sepulcro de Fray Diego Fernández de Villalán y flanqueando a ésta se encuentra la capilla de La Piedad, ambas obras de Orea.
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