Oria está situada en la zona norte de la Comarca del Valle del Almanzora. Con una extensión de 235 kilómetro cuadrados de superficie, Oria es el octavo pueblo en extensión de la provincia. En la actualidad cuenta con 3.100 habitantes, si bien en años anteriores a la Guerra Civil llegó a alcanzar los seis mil.
Tiene una altitud de 1022 metros, lo que propicia que en días muy despejados pueda verse el mar. Está rodeada por los municipios de Chirivel, Partaloa, Albox, Campillo de Purchena, Olula del Río, Finés, Lúcar y Somontín. En su parte noroeste limita con Cúllar, de la provincia de Granada, con la que siempre ha tenido contactos comerciales, sobre todo de la cerámica granadina, muy apreciada por los orialeños.
El clima es Mediterraneo, en invierno las temperaturas descienden incluso por debajo de los ceros grados, lo que da ocasión para bonitas estampas de nuestro pueblo bajo la nieve. Otra de las características son los vientos que se soplan con frecuencia durante todo el invierno. Paulatinamente van subiendo las temperaturas hasta los meses estivales en los que se llega a una media de 27 grados, en los que se puede disfrutar de noches frescas, ya que desde el atardecer las temperaturas descienden.
Además del núcleo central, el pueblo de Oria lo forman las pedanías de la Rambla de Oria, Los Cerricos, La Fuente del Negro, El Barranco de Quiles y Ogarite. También hay una gran cantidad de cortijos repartidos por todo el término municipal, bien en pequeñas barriadas, bien en casas aisladas.
LA RAMBLA DE ORIA
En torno al cauce de la Rambla se ha ido formando un núcleo de población amplio, cercano a los 900 habitantes. Las casas parecen trepar y mantenerse orgullosas, retando la inclinación del terreno. En algunas ocasiones se aprovecha la ladera para construir en ella, por lo que en algunas viviendas se encuentran cuevas, siendo junto con Oria los dos únicos núcleos del municipio donde se da este tipo de construcción subterránea.
Las chumberas son parte característica del paisaje de la Rambla de Oria y también los naranjos, que debido a la menor altitud de esa zona no se ven afectados por las heladas invernales. Los vecinos han mimado su tierra, ribeteando cada bancal y ofreciendo, frente a la aridez del terreno, el verde de sus huertas y el blanco del azahar.
Como una eterna vigilante de las tierras que ante ella se muestran se erigió la Iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes, un edificio del siglo XIX de pequeñas dimensiones pero con un encanto especial por su ubicación y cuidado interior.
LOS CERRICOS
En los Cerricos patrimonio natural y cultural van de la mano. En un enclave entre montañas encontramos la pedanía del Villar, rica en yacimientos arqueológicos y vestigios de un pasado floreciente. Sus altas peñas sirvieron un día de refugio y asentamiento, como lo demuestra el Castellón de Olías, un recinto amurallado de época argárica.
El núcleo principal se ha creado en torno a la Iglesia de San Bartolomé, un edificio del siglo XIX. Presenta una torre festoneada de ladrillo rojo adosada a una nave en la que se conserva la imagen de San Bartolomé, patrón de la pedanía.
Un extenso campo, en el que conviven el almendro y el cereal nos acompaña por los vericuetos del camino en el que cortijos diseminados y pequeñas ramblas con alamedas nos ofrecen un paisaje lleno de tradición y unos habitantes siempre amables con el visitante.
LA FUENTE DEL NEGRO
La Fuente del Negro está situada al oeste de municipio, cobijada por montañas y con un amplio horizonte sembrado de almendros que sólo se ve limitado por la Sierra de los Filabres.
Es una pedanía pequeña formada por un grupo de casas agrupadas a un lado del camino, mientras que al otro se encuentran las huertas. En el interior, las macetas distribuidas por las calles y recovecos de las casas nos ofrecen una estampa muy acogedora.
La fuente del Negro recibe su nombre de una fuente de abundante caudal, que seguramente en otros tiempos debió ser aún mayor. El agua de esta fuente es doblemente aprovechada, pues antes de desembocar en la balsa cae en un lavadero. Este, que fue realizado en 1979 siendo alcalde de Oria D. Blas Carrillo, se sigue utilizando por lo que está muy bien conservado.
EL BARRANCO DE QUILES
Cuando uno se acerca al Barranco de Quiles, debe de hacer una parada en lo alto, para ver la serpenteante carretera bordeada de casas que conservan el más puro estilo constructivo, con sus cubiertas de teja y paredes encaladas. Entre el verde de las huertas y las orgullosas alamedas, las casas parecen pequeñas perlas diseminadas para goce de nuestros sentidos.
Continuando nuestro viaje encontraremos la Fuente, un nacimiento de agua que se ha encalado y rodeado de macetas para convertirla en un pequeño tributo a la Virgen del Saliente. Junto a sus frescas aguas, mimado por el murmullo del agua crece un enebro centenario que es el orgullo de los vecinos.
La rambla de la Boca de Oria fue en el siglo pasado un lugar muy transitado por arrieros, todavía se puede ver la Venta donde se alojaban y casi una docena de molinos harineros en los que molían las cosechas. Remanso de tranquilidad son hoy estas tierras cuya principal riqueza es su patrimonio natural y etnográfico.
OGARITE
Ogarite se encuentra en el sur del municipio, siendo hasta hace pocos años uno de los lugares más tradicionales en cuanto al estilo de su arquitectura y las costumbres mantenidas. Es una zona en la que abundan las huertas pequeñas de autoconsumo, de tierras de rubial, sembradas de fuentes y ramblas.
En invierno las aguas que sobran en las balsas se deslizan por las acequias hasta llegar a las ramblas, donde aparecen y desaparecen creando pequeños oasis de verdor. Desde La Alquería hasta Ogarite podemos seguir su rastro y admirar las alamedas y junqueras que han ido creciendo a su paso.
Las pedrizas de cal y canto serpentean a la par de las ramblas, las adelfas se asoman rivalizando con la belleza plateada de los álamos…de cuando en cuando se puede escuchar un azadón que prepara el riego en una huerta o el balido de alguno de los últimos ganados.
También hay zonas de monte: montes de pino, enebro, tomillo y romero que nos acogerán con su aroma. Desde las cimas de estos pequeños cerros se puede divisar la alfombra de almendros que cubre la mayor parte de estas tierras y cuya belleza en los meses de febrero y marzo es insuperable.
EL MARGEN
El Margen era la entrada natural a nuestro pueblo. Según la tradición oral el Marqués de los Vélez solía entrar por allí en sus viajes. Se sabe que tenía una casa en la que hacía una parada para descansar, aunque no se ha localizado el lugar concreto.
Es un lugar encantador, con pequeñas casas típicamente orialeñas, que conservan jardincitos adosados a las paredes. En otros tiempos lugar de paso para la nobleza, actualmente es uno de los lugares que los orialeños cruzan cada siete de septiembre en su peregrinación al Santuario de la Virgen del Saliente.
Desde la lejanía este pequeño enclave se nos presenta rodeado de almendros y también de ramblas cercanas llenas de álamos. Historia, tradición y naturaleza se unen en El Margen.
Historia y Origenes.
Orígenes
Los orígenes de Oria se remontan al año 3.000 A. C., cuando una oleada de emigrantes que ya conocían el cobre, se asentaron en las desembocaduras de los ríos Antas y Almanzora. Pronto ascendieron estos cauces estableciéndose por estos territorios. Provenían del Septentrión africano y eran una mezcla de los primitivos pobladores de este sector con los saharauis que se habían visto obligados a emigrar al desecarse el Sáhara. Estos hombres, asentados por nuestras tierras, se dedican a la agricultura y materia ganadera, introducen el "Onagro" (asno africano), y se dedican a la explotación del cobre, encontrando en la Rambla de Oria algunas vetas. Para sus adornos utilizan conchas, huesos, piedras y ámbar.
Sobre el año 2.200 A. C. se detecta en el valle un encuentro violentísimo, se trata del regreso de los megalíticos, portadores de un vaso campaniforme de gran perfección; luchan contra los mineros del Almanzora, que sobreviven en algunos poblados gracias al cobre. Algunos de estos conviven con los megalíticos, otros no soportando la derrota emigran a sus tierras de Cataluña.
En la Rambla de Oria se encuentra el poblado de El Picacho, pertenece a la época argárica y se alza en la margen izquierda de la Rambla de Oria, en la zona en que esta se estrecha por el Norte formando las Bocas de Oria y se ensancha por el Sur para formar los Llanos. El Picacho se eleva 900 m. sobre el ni vel del mar, se orienta de Norte a Este, es inaccesible por el costado que mira al Oeste y cae cortado a pico sobre la Rambla, y domina la entrada del referido desfiladero de las Bocas de Oria. Todo el material cerámico encontrado aquí se caracteriza por su pasta hecha a mano con desgrasante de mica y cuarzo y por carecer, de decoración.
También se ha encontrado otro asentamiento de la época argárica dentro del término de Oria, en la Cortijada conocida como el Villar, en un cerro que se conoce como "El Castellón", ya que hay también unas ruinas de una fortaleza árabe. En definitiva, en El Castellón ha estado asentado todo lo prehistórico y lo protohistórico, y lo histórico anterior a la dominacion cristiana.
A finales del siglo XV, en junio de 1492, los Reyes Católicos cedieron los territorios de Oria y sus derechos a don Juan Chacón, yerno que fue del adelantado don Pedro Fajardo de Quesada. Tras la muerte de don Juan en 1503, Oria pasó a su segunda esposa, Doña Inés Manrique, quien la vendió en 1515 a Pedro Fajardo, primer marqués de los Vélez.
Esta villa era pobre y su tierra estéril, no se podía recoger ni aceite ni cera. La rebelión morisca de finales del siglo XVI también tuvo como escenario la Cuenca del Almanzora; así en Oria el Maleh formó una cuadrilla de 150 hombres, bajo el mando de Sebastián Elquagaci, y la mandó para provocar el levantamiento de los pueblos cercanos. Especialmente dramática fue la actuación realizada en Albox, donde mataron a 40 cristianos viejos, apresaron a 13 mujeres y a dos jóvenes, y saquearon sus casas.
Aparte de las bellas perspectivas sobre el valle y la sierra, Oria ofrece al visitante el interés histórico de su basílica de la Merced, la iglesia de la Sagrada Familia (siglo XVI) y el Caserío de los Cerricos. Se dice que fue en Oria donde se construyó el primer templo parroquial de la zona, correspondiendo éste a la iglesia de San Gregorio Ostiense.
Fuente: FERNÁNDEZ RUÍZ, Rafael. Oria, la Villa privilegiada de los Vélez. Ayuntamiento de Oria, Almería, 1993.
Monumentos y Patrimonio.
Oria cuenta con un rico patrimonio cultural, localizado tanto en el núcleo principal como en las barriadas:
La Basílica de nuestra Señora de las Mercedes es uno de los edificios más emblemáticos de nuestro municipio. Se inició su construcción en 1767 por mandato del X Marqués de los Vélez, terminándose en 1779 bajo el marquesado de su hijo.
Fue declarada Bien de Interés Cultural en 1999, lo que la dota del mayor grado de protección patrimonial, recientemente se han restaurado las decoraciones pictóricas del interior, esto unido a las restauraciones realizadas en 1992, ha dado como resultado una recuperación integral de los valores artísticos del edificio, consolidándose como uno de los edificios más representativos del Barroco almeriense.
Dentro de Oria se encuentran otras dos construcciones religiosas: la Ermita Vieja y la Ermita de San Gregorio, patrón del municipio. La Ermita Vieja se erigió sobre restos de la antigua mezquita, en el siglo XVI. La Ermita de San Gregorio, ubicada en la salida de Oria a Cúllar, pertenece al siglo XVII, destacando el estilo mudéjar.
En la pedanía de los Cerricos se encuentra la Iglesia de San Bartolomé, un edificio del siglo XIX. Del mismo periodo y estilo es la Iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes de la Rambla de Oria.
De la época árabe se conservan varias torres vigías. Las mejores conservadas son las ubicadas en la Rambla de Oria y en la barriada del Villar. En las inmediaciones del Villar también se encuentran los restos del Castillo de la Balsa Vieja y el Fuerte de Olías. Esta última construcción conserva varios lienzos de muralla almenada. De este mismo periodo son los restos de la alcazaba, actualmente ha sido acondicionado el enclave en el que se sitúan, facilitando el acceso y construyendo un mirador.
Se conservan importantes testimonios de arquitectura tradicional destacando los molinos harineros, de los que quedan numerosos ejemplos. La Casa de la Tercia, del siglo XVIII es un testimonio de la época en que Oria perteneció al marquesado de los Vélez.
Economia.
La industria local históricamente ha estado ligada a la arquitectura. Desde la Edad Moderna hasta el segundo tercio del siglo XX, los molinos harineros fueron la base de la industria, conformando un ciclo perfectamente organizado de siembra, recolección, distribución y molienda del cereal.
Quedan algunas menciones sobre explotaciones mineras, aunque no se han estudiado hasta el momento, varias minas abandonadas en los montes cercanos son testimonio de este pasado.
Varios telares repartidos por el municipio completaban en el siglo XX otra de las ramas industriales. Jarapas, tendidas y colchas eran los principales productos producidos. Su distribución se centraba principalmente en el ámbito local, aunque también existió un pequeño comercio con pueblos vecinos.
A finales del siglo pasado cabe destacar el matadero de conejos de Esteban Torres y la Fábrica Municipal de Conservas Tierras de Oria. Tierras de Oria se dedicó a la fabricación de conservas, producto que fue muy demandado, exportándose por todo el litoral: Barcelona, Valencia y Alicante.
En la actualidad la industria es escasa. En Los Cerricos existen varias fábricas de barquillo que funcionan de un modo estable desde hace años. También en Cerricos se cuenta con la fábrica STOYCO que centra su actividad en la fabricación de peluches.
En la rama artesanal, aunque muy escasamente, se sigue trabajando el esparto si bien no hay comercialización siendo una artesanía para uso personal. En el siglo XIX si hubo comercio, exportándose las albardas a Albox y pueblos limítrofes de la provincia de Granada.
Gastronomia.
La gastronomía orialeña está totalmente relacionada con el modo de vida tradicional de nuestro pueblo, anteriormente basado en la agricultura y la ganadería. Por eso, aunque los tiempos han cambiado y la diversidad gastronómica con ellos, si repasamos las comidas más tradicionales veremos que fue una gastronomía de aprovechamiento y también fundamentada en la conservación de los alimentos. Podríamos decir que se comía lo que se producía, sin apenas comercialización de otros productos foráneos. Todas estas recetas se han conservado y se siguen realizando del mismo modo que antaño, aunque ya no son la dieta principal como lo eran antes.
En el caso de la agricultura tenemos una amplia gama de productos que forman parte de la gastronomía, abundando las conservas de estos para su posterior aprovechamiento. Este es el caso de los pimientos y tomates, recolectados en verano y conservados- mediante secado o conserva- para el invierno. La comida más popular es la “Fritá “ de pimiento y tomate. Aunque también se realizan diversos guisos en los que los pimientos secos o asados y los tomates asados son la base, como el “Remojón”.
La calabaza es también un producto presente en las casas, principalmente usada para la “Fritá” , una sencilla comida realizada con patatas, calabaza y tomate seco.
Los cereales eran otra base importante en la elaboración de platos. Sin duda la comida más típicamente orialeña son las “Migas”, que al uso de un ingrediente abundante y a disposición de todos como es la harina de trigo, unen el agua y el aceite. En otros tiempos las migas eran el principal alimento de las cuadrillas de segadores, acompañadas de “Remojón”, pimientos fritos y “tajás” de tocino.
El trigo sin moler, picado en un mortero para quitarle la cáscara, es usado para la “Olla de Trigo”. Además de esta olla se hace la de nabos, de calabaza y la más curiosa de todas: la “Olla de Pelotas”. Las Pelotas son albóndigas realizadas con harina de panizo y longaniza, con un sabor muy característico. Ante tanta variedad de cocidos, hasta los santos tienen uno: la “Olla de San Antón”, en la que se cuecen una gran variedad de partes del cerdo: rabo, oreja, espinazo y también morcilla y tocino. Dentro de los guisos destaca también el potaje de bacalao, comida típica de Semana Santa.
De la ganadería- ovina y caprina- sólo se ha utilizado la leche, siendo muy escaso el aprovechamiento de la carne para consumir. Las “Gachas con leche” son el plato más característico y sus ingredientes agua, harina, leche y algún truco especial. La leche era muy aprovechada para la realización de queso, que se comía fresco pero también conservado en aceite. En la actualidad, aunque pocos, todavía existen hogares en los que se sigue haciendo.
Por último los postres, que por lo general se hacían en épocas concretas del año, los llamados dulces de la Pascua: mantecados de almendra, roscos de vino y aguardiente eran los principales productos. Aunque el dulce típico orialeño es la bizcotela o esparteña, cuya receta sólo es conocida en la Confitería de la Polaca, donde se vende desde hace casi un siglo.
La repostería se completa con una gran variedad de mermeladas artesanales: de albaricoque, de ciruela, tomate…y también con la carne de membrillo y la calabaza en agua de miel.
Tradiciòn y Fiestas Populares.
El 17 de enero se celebra San Antón, patrón de los animales, los hombres del municipio implorando la protección de sus ganados, sacan al santo en procesión por las calles de la villa quemando gran cantidad de pólvora. Antiguamente, al pasar la procesión por la puerta de la casa consistorial, desde el balcón de esta arrojaban monedas, que los jóvenes recogían mientras les lazaban cohetes para impedírselo, esto era conocido como “La Joya”.
En febrero, el día 3 se celebra San Blas, según la tradición protector de la garganta, los actos en su honor consiste en una misa, y posteriormente la procesión hasta la puerta del ayuntamiento, donde el Sr. cura bendice los roscos típicos de Oria que llevan el nombre del santo. En la víspera, los jóvenes encienden hogueras en honor de San Blas y la Candelaria.
En el mes de marzo o abril, tiene lugar la Semana Santa, la primera cita es el Domingo de Ramos, con la procesión de las palmas. La noche de antes, los jóvenes del municipio, colocan ramos de flores y macetas en las ventanas o balcones de sus novias. El Jueves Santo y Viernes Santo son los días grandes de la Semana Santa de Oria, después del oficio religioso tienen lugar las procesiones por las calles de la villa. Fue costumbre durante muchos años realizar una representación de la Pasión en vivo, pero fue cayendo en decadencia, celebrándose por última vez en 1927.
El día 21 de Abril , festividad de San Marcos, los jóvenes van a al campo de merienda con un dulce echo para ese día, el hornazo, un bizcocho con un huevo en el centro.
En mayo, el día 3, en la barriada de Los Álamos se celebra el día de la Cruz, con un oficio religioso en la ermita de santa Bárbara, procesión y una pequeña fiesta popular. El día 9, tiene lugar la celebración del día de san Gregorio Ostiense, patrón de Oria; se organizan unas pequeñas fiestas para honrarle. El día 24, tienen lugar las fiestas patronales en Los Cerricos, en honor a San Bartolomé, patrón de esta.
Con motivo de la Navidad se celebraban las misas de gozo, los nueve días antes del día 24. Estas misas se realizaban al alba, y siempre acompañadas por la cuadrilla de ánimas.
Otra tradición de Oria, es la denominada “Cencerrá”, serenata que se le daba a la persona viuda que iba a contraer matrimonio nuevamente, con el fin de alejar los espíritus de la anterior esposa fallecida.
En 1992 el Ayuntamiento recuperó las fiestas de Moros y Cristianos, que se habían celebrado por última vez en el Barrio en 1952. Estas fiestas se realizan los días 9, 10 y 11 de Julio.
Fuente:_ Ayuntamiento de Oria.
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